NO a las reformas SI a los cambios.

Empezare por aclarar que el título de este artículo no es un eslogan electoral, aunque lo parezca. Para poder decir NO a las reformas hay que explicar que significa el término “reformar” , que dice la RAE en su primera acepción significa : “Volver a formar, rehacer” , lo cual no es exactamente cierto y por ello se hace preciso ser más exactos y explicar que en realidad reformar , quiere decir “ volver a dar forma” .

Es lo mismo, me dirá algún espabilado lector, y por eso precisare que se trata de volver a formar lo mismo, a volver a hacer, lo mismo. Un ejemplo sería un bloque de plastilina al cual se le da una forma determinada para luego volver a moldearla y darle otra forma. Ese proceso seria reformar la plastilina, volver a formar, que dice el diccionario. Y lo podremos hacer mil veces, pero no habremos hecho otra cosa que moldear de nuevo la misma plastilina. Habremos “formado” mil veces la misma cosa.

Encontrado con este concepto está el termino: “CAMBIAR” y la acción de hacer un cambio se llama cambiar, que según el RAE significa: Dejar una cosa o situación para tomar otra. Por lo tanto está clara la diferencia entre REFORMAR Y CAMBIAR, pero la repetiré, en la primera el elemento sobre el que se aplicar la acción, la cosa, sufre una trasformación, se rehace. En la segunda el elemento sobre el que se aplica la acción es simplemente sustituido por otro.

Escuchamos de forma habitual que los políticos nos hablan de la necesidad de realizar reformas y muy pocas o casi nunca nos habla de hacer cambios. Y esto que digo sirve para políticos de cualquier signo o distinción.

Es evidente que tener una sociedad son 5.000.000 de personas sin ocupación es una situación que necesita que se cambie el sistema económico de esa sociedad, como prodigan por plazas y calles los llamados “INDIGNADOS” , que también piden muchas cosas que hacen que su movimiento social pierda la fuerza de obligar que se realicen los cambios. Y ahí es cuando nace, aparte de la desilusión de los propios e ingenuos que fueron de buena fe a parar frio y penalidades en las acampada,  el convencimiento del resto de la población de que pedir CAMBIOS, es algo propio de gentes piojosa, vagas y perroflautas  , como algunos ricos periodistas, se han atrevido a calificar, a los acampados en la puerta del sol de Madrid.

Es precisamente este tipo de movimientos sociales, cuyo control es simple,  los que utilizan los avezados políticos, que se dedican en la mayoría de los casos a vivir del cuento, para propagar la idea de que  lo que hace falta es hacer reformas y no cambios, y así  ellos puedan seguir viviendo del cuento.

Esperar que la crisis se resuelva sola, que la deuda publica solucione la falta de liquidez, han sido las recetas básicas que los socialistas ha usado para la economía durante los últimos años, pero es que el Partido Popular no va a usar otras distintas, le podrán más salsa a base de reducir gastos superfluos, pero no cambiara el sistema económico.

Es por lo tanto impensable, salvo la aparición de un líder capaz de mover los sentimientos de una ingente  masa de personas, el que los cambios vengan de una forma racional, como consecuencia de un proceso de innovación, entre otras razones por que de un modo natural aparece en los individuos un temor psicológico, conocido como “el miedo al cambio”  , que  se manifiesta  en mucho otros aspectos humanos: es el miedo a la aventura, el miedo al riesgo, el miedo a perder cosas y aun el  miedo al éxito.

Es cierto, al menos la sociología así lo refiere, que al ser humano no le gusta el cambio político y que generalmente es de lo que se denomina de centro, centro-derecha o  derecha, que son posturas que favorecen las tradiciones y que son adversos a los cambios bruscos o radicales. Lo cual no quiere decir que sean necesariamente partidarios de una corriente política de denominada de derechas, pues en política los términos derechas o izquierdas cada vez son imprecisos, de hecho ya desde su origen son términos vagos y sin una definición clara. Recordare que esa denominación nace en la época del primer parlamento francés surgido tras la Revolución francesa en el que los monárquicos, los conservadores de la época que apoyaban el Antiguo Régimen, se sentaban siempre en el lado derecho y los liberales en lado de la izquierda. Estas definiciones son obviamente obsoletas.

Evidentemente la situación económica tiene mucho que decir en cuanto como consecuencia de la misma el cambio si entra en nuestras casas, como se suele  decir por la puerta de atrás, sin darnos apenas cuenta, pues en la mayoría de los casos de forma gradual vamos perdiendo lo que se llama capacidad de gasto, pues la pérdida de un empleo supone la disminución de ingresos y no la perdida inmediata de ingresos pues se tiene el subsidio de desempleo y las indemnizaciones por los despidos. Pero poco a poco, día a día se van agotando los recursos  y se deja de tener los ingresos necesarios para atender a gastos corrientes como las cuotas de las hipotecas, los consumos de los teléfonos, la electricidad y se produce  un cambio en la dieta alimenticia.

Encontrase sin empleo por parte de todos los miembros de la familia es lo siguiente. Y así un buen día, los individuos se dan cuenta que han perdido el llamado “status” económico, que no es otra cosa que su nivel de gasto, cuando aparentemente en la calle todo sigue igual que antes, porque no hay falta de bienes de consumo, dado que vivimos en una economía capitalista que se basa precisamente en el consumo, lo único que ocurre  es que cada día que pasa aumentan los individuos a la que sus ingresos no  alcanza para los que se llama el gasto corriente, esto es la vivienda, la alimentación y  el vestido de la  propia familia. Los individuos que de repente se da cuenta que existe algo que no sabe muy bien que es, que se denomina “crisis”, por nombre y “económica” por apellido.

El cambio económico  ha llegado para ellos y muchos no saben cómo ha sido. Así pues cada día que pasa el  pacto social se rompe para mayor número de individuos.

Es quizás preciso que recuerde que el llamado “pacto social” , es un acuerdo hipotético y sobreentendido que se realiza en nuestra sociedad moderna entre los ciudadanos y el Estado, que es el ente que sustenta y administra una autoridad, unas normas morales y  unas leyes, a las que estos se someten. La más claro  y evidente señal de la existencia de ese pacto es el pago de los correspondiente impuestos que los miembros de la sociedad realizan, de buena manera o por imposición eso es lo de menos, lo cierto es que todos los miembros de la sociedad moderna pagan impuestos, bien sean directos bien sean indirectos.

Es elemental que si cada día más ciudadanos perciben que para ellos el pacto social no les proporciona la cobertura de sus necesidades básicas,  por lo tanto lógico que pidan cuentas a los encargados de la administración del Estado, eso es a los políticos. Es pues normal que cuando las cosas no van bien para la mayoría esta pida el cambio de sus administradores, de sus empleados administrativos de la cosa común.

El cambio político que claman muchos ciudadanos tiene esa motivación pero no obtiene el resultado que sería de esperar, porque la clase política, esto es los que ejercen la política como principal ocupación, no están por efectuar cambios pues estos significarían en la mayoría de los casos su sustitución, por eso proponen siempre reformas que en definitivas no causan las trasformaciones económicas que la mayoría de los ciudadanos les reclama.

El polito profesional se enroca, esto es hace un movimiento defensivo de su propia posición, cuando dice que hace reformas, porque se trata de que el no pierda su puesto y las “regalías” que el mismo le produce.

El final de este artículo es igual al principio del mismo, porque el enunciado: NO a las reformas SI a los cambios, resulta ser  una necesidad social, que si no se consigue por los medios lícitos, solo puede traer los ilícitos.

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