Fue en el año 1976 cuando el entonces ministro de gobernación dijo la famosa frase de “ la calle es mía” para justificar la negativa a la autorización  de la manifestación del primero de mayo, fiesta del trabajo, la primera después de la muerte de Franco.

Hoy, sábado pre electoral, el predecesor de Manuel Fraga, el ínclito Rubalcaba, ha vuelto a demostrar que la calle es suya o sea del ministro de gobernación, hoy llamado de Interior, de turno.

Contra lo que se pide desde los medios de comunicación y sectores mas a la derecha del arco político, no ha disuelto los campamentos de ingenuos “indignados” y manipulados ciudadanos que se han creído que había estallado una nueva “revolución francesa” o incluso que se había instaurando una nueva “comuna” libertaria.

Ni Roma se hizo en un día ni el sistema se cambia con una “acampada espontanea” en la puerta del Sol.

Las acampadas de indignados ciudadanos que sientan sus reales en las plazas de media España, están perfectamente controladas por el ministerio del interior, que como primera medida ya tiene introducidos sus “infiltrados”, entre los participantes asamblearios y sobre todo entre sus espontáneos líderes. Lo cual es por cierto una medida del manual de control de masas.

La introducción de un ideario pacifista entre los “espontáneos”  y un ferro control de la entrada de elementos técnicos de agresión, como armas, garantiza que los reunidos se comportaran como un fiel rebaño de ovejas frente a los bien equipados y entrenados equipos de policía. El creo el problema y el dara la solucion, lo dicho la tecnica del bombero incendiario.

Así que la actual situación, durara lo que sea preciso para los intereses electorales del Sr. Rubalcaba y terminara cómo y cuando él quiera.

Así pues que aconsejo que se sienten con tranquilidad a ver el espectáculo, porque como dice el refrán “la sangre no llegara al rio” y porque en definitiva se trata de un autentico ejercicio de propaganda, digno de Goebbels , de quien pretende ser el próximo presidente del gobierno de España.