En palabras de Lenin, la dictadura del proletariado, es decir, la organización de la vanguardia de los oprimidos en clase dominante para aplastar a los opresores, no puede conducir tan sólo a la simple ampliación de la democracia sino que además implica una serie de restricciones puestas a la libertad de los opresores, de los explotadores, de los capitalistas que deben de ser reprimidos, para liberar a la humanidad de la esclavitud asalariada.
Dicho en “Román paladino”, esto es de forma comprensible y sin florituras, la dictadura del proletariado es la toma del poder estatal por parte de la clase trabajadora.
La toma del poder es precisamente lo que pretenden los sindicatos de la enseñanza de Baleares (STEI, CCOO y la Asamblea de Docentes) con su convocatoria de huelga indefinida en la enseñanza pública contra un Decreto Ley que establece que los centros escolares deben aplicar el proyecto del Tratamiento Integrado de Lenguas (TIL) , nombre que recibe la puesta en marcha de la promesa electoral del presidente de Baleares, José Ramón Bauzá, su apuesta por el «plurilingüismo» contra la inmersión forzosa en el catalán que habían establecido el gobierno nacionalista anterior.
Los Sindicatos de docentes pretende ser ellos los que marquen cual es la política sobre del uso de la lengua en la escuela pública balear, pretenden así sustituir el poder del estado, en este caso de la Comunidad Autónoma, por el poder de la clase trabajadora, esto es por ellos.
La huelga es un arma lícita que los trabajadores tienen para su lucha por sus reivindicaciones profesionales pero no puede ser usada para evitar cambiar la política lingüística en la enseñanza, pues tal cosa es el ejercicio del poder del estado, en este caso representado por un gobierno legítimamente elegido por una mayoría de la población, que precisamente prometió, fue parte de su programa electoral, el cambiar lo que ahora los docente quieren mantener como inamovible.
Si aceptamos que los funcionarios públicos docentes pueden cambiar las normas legales, votadas y aprobadas por el parlamento balear, que establecen el contenido de los programas educativos sobre los que se forman nuestros hijos, deberíamos admitir el absurdo de que los funcionarios públicos policiales o los bomberos, etc. , tenga derecho a establecer ellos las normas de cómo deben de prestas sus servicios para la comunidad que les paga.
Corresponde a todos los ciudadanos el derecho a elegir a sus gobernantes y ello se hace en virtud de unas normas electorales democráticas, en las cuales los programas o políticas a desarrollar constituyen el compromiso de los elegidos con sus votantes. Por lo tanto cuando una minoría, sobre la base de que ellos son los trabajadores que realizan la labor que se regula, se opone a lo dispuesto por el poder político, estamos ante una manifestación de eso que Marx denomino dictadura del proletariado, que como fuerza social pretenden que los legítimos gobernantes se acomoden a sus interés políticos con la finalidad de imponer, en este caso la lengua en que es impartan las materias a enseñar, unas condiciones políticas que resultaron derrotadas en las legítimas elecciones democráticas.
Olvidan los docentes, ahora en huelga indefinida, que ellos no son los que tienen el derecho a escoger la educación que reciban los menores a su cargo, que tal derecho le corresponde a los padres, que lo han delegado en ellos para que lo ejerzan en su nombre y de acuerdo con sus criterios paternales. No tienen título alguno los docentes que les permitan establecer las materias a enseñar ni la lengua en que se deben de enseñar, eso corresponde al Estado, cuyos gobernantes elegimos los padres.
Por ello, cuando se plantea una huelga para cambiar las normas legales que el sistema político hace en función de los intereses de la mayoría de la población, que ha elegido a esos políticos, lo que se está haciendo no es el ejercicio de un derecho, el derecho de huelga, por parte de unos trabajadores, en este caso los docentes, sino que se está poniendo en práctica el establecimiento de la dictadura del proletariado tal cual la definieron los teóricos del marxismo más auténtico.
Y tal cosa es denunciable porque se está intentando subvertir el juego democrático por los trabajadores docentes, quienes precisamente apoyaron la política de inmersión lingüística en el catalán de la enseñanza pública balear, por cierto al mejor estilo totalitario, de quienes perdieron las pasadas elecciones. Por lo tanto su huelga no tiene un carácter laboral, es una huelga con fines de carácter político y como método de imponer la dictadura del proletariado.