Suelo escaparme un par de veces al año a mi Galicia natal, donde vive mi hermano y mis primas, a las que siento como si fueran mis hermanas. El Viernes al inicio de la tarde salgo de una Mallorca encapotada, con lluvia y frio, un tiempo meteorológico que poco tiene que ver con la que encontré en Enero del 1974 cuando llegue procedente del aeropuerto de Santiago donde llovía en aquel entonces a cantaros, que se dice. Ahora la cosa ha resultado al revés, en Mallorca no hay sol sino lluvia y frio y en Santiago encontré un día soleado como de primavera.
Volé en una compañía alemana, por eso de la unión europea y porque Spanair ha cerrado sin avisar, dejándome con la duda de saber si recuperare el dinero que ya me habían cobrado por el vuelo a Coruña. Así que el nacionalista Sr. Mas se ha quedado sin su cía. Aerea de bandera y yo, de momento, sin mis dineros del billete de un vuelo que no han realizado.
Volar con una compañía alemana, aunque tenga su base operativa en Palma de Mallorca, tiene su aquel, pues además de poder volver a disfrutar de la bebida y las galletitas gratis, como antes te daban las cias. Aéreas españolas, puedes disfrutar de mayor numero de azafatas y de un cumplimiento más estricto en los horarios. A bordo los mensajes son en los tres idiomas, español, ingles y alemán, además de ser de agradecer que no te hagan la clásica demostración esa del chaleco salvavidas que dio lugar a la conocida parodia del tricicle.
Eso si los documentos que te ofrecen, revistas, menú e instrucciones de emergencia están de modo exclusivo escritos en alemán e ingles, idiomas que encuentras en todos los rótulos que hay por el avión, retrete incluido, salvo una única y lacónica frase que hay en las instrucciones de emergencia en español, que a mí me ha dado mucho que pensar sobre la opinión que los alemanes responsables de la empresa aérea tiene sobre nosotros y que se puede ver en esta foto.
Pero lo importante es que de forma puntual me dejo en Santiago, en cuyo aeropuerto había en la salida como media docena de choferes lustrosamente uniformados con un cartelito con el nombre del pasajero esperado. Luego supe que eran los que venían a buscar a los invitados a la boda de la niña menor de Amancio Ortega que al parecer matrimoniaba con un jinete a falta de mejor candidato para ser el futuro responsable del imperio del castellano de León, afincado en Galicia por las obligaciones laborales de su padre y donde aprendió el oficio de las telas que tantos beneficios le ha dado en todo el mundo y hoy lo han convertido en el más rico de España.
El día acompaño y tras instalarme en casa de mi hermano, y me fui con » Mus», su perro, a recorrer el lugar donde vive, en el municipio Oleiros, al otro lado de la ría de la Coruña en la desembocadura del rio de Burgo. Se trata de un municipio residencial, con numerosas urbanizaciones y viviendas unifamiliares. En el pasado aquí se desarrollaba una importante actividad alfarera, de ahí le viene el nombre al lugar, ya que la palabra gallega que designa el oficio alfarero es “oleiro”. Muy limpio y con parques bien cuidados. Aquí ha sentado do sus reales desde 1991 Ángel García Seoane , «Gelo», un político local, músico de profesión, con partido propio e ideología que amalgama el nacionalismo gallego, con el socialista de los Castro, el populismo y sobretodo un declarado antiimperialismo. Eso si no esconde su actual condición de «promotor de terrenos» ni que sus terrenos suelen beneficiarse de las recalificaciones urbanísticas que se promueven desde su ayuntamiento básicamente consistente en convertir lo rural en urbano después de que él o su señora doña Otilia hubieran comprado a bajo precio grandes superficies en la zona.
El sábado nos aventuramos hasta la población de Caion (léase Cayon) un antiguo puerto ballenero al comienzo de la “costa da morte” , construido sobre una pequeña colina que cae sobre el mar desafiante con un oleaje grueso que saben aprovechar los aficionados a esto de coger las olas con una tabla cuando la ola te deja y tu puedes. Además de pueblo típico marinero cuenta con una enorme belleza paisajística que sirve de reclamo para los de turistas que visitan esta villa sobre todo en verano. De este encanto natural cabe destacar la singular belleza de su playa.
Tras comer magníficamente en el bar de Estrella, en la calle Mendez Nuñez, cuyo comedor es un balcón sobre el acantilado y donde dimos cuenta de unos percebes, visitamos la cetárea, que está justo donde antaño se despedazaba las ballenas, para disfrutar del al arte de pescar marisco con el gancho que lo extrae de la balsas donde espera depurándose tras haber recorrido medio mundo en camión o en avión desde su lugar de origen, pues salvo el mejillón o el percebe que es natural de la zona, hoy en día una gran parte del marisco gallego viene de Irlanda, Francia o incluso Canadá. Compramos al peso 4 kilos de mejillón y tres ejemplares de más de un Kilo de Buey, total pagamos 25 euros con Iva incluido. Así que cenamos buey regado con un albariño local al tiempo que Marta Ortega, nieta de un ferroviario, y Sergio Álvarez , asturiano, se casaban, al son de las cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio, no muy lejos.
El domingo amaneció cubierto y lluvioso, para alegría del campo gallego que este año lleva una pertinaz sequia, así que mientras “mus” se estiraba sobre la moqueta, aproveche para despachar mi correo acumulado de dos días y leer en la prensa digital que el redondelano Rajoy , al que Alfonso Guerra llamara “mariposon” , ha salido reelegido, como era de esperar, presidente del Partido Popular. A mí los Rajoy me gustan por su nivel cultural y profesional ,sobretodo Mariano, pero no lo veo líder que ilusione a las masas, es como suelo decir en broma : es el “popular” menos populista que conozco.
Desde salón y por internet sigo las manifestaciones contra la reforma y me leo el discurso de cierre del congreso del PP en Sevilla. Comparto con Rajoy que la reforma laboral era necesaria pero se le paso la mano en algunos aspectos y no sé, más bien creo que no, si será capaz de usar el trámite parlamentario para corregir lo que son errores de bulto, como el tema de los salarios de tramitación que se quita obsesionados no, se porque, con la eliminación del despido exprés, creando con ello más inconvenientes que ventajas.
Dedicamos el domingo al cocido de casa Félix , que al ser tan grande y tan completo resulto imposible comerlo entero en el lugar y al final nos trajimos para casa. En su digestión nos tiramos el resto del día para cerrar la noche viendo los premios Goya, de los que solo había visto la película “alba” donde puede apreciar la insuperable interpretación del frustrado abogado catalán Lluis Homar , como un androide muy humano, y sacándose la espina de ser más conocido por ser el Pretor malo, malísimo, de la serie televisiva “Hispania” que para mí fue la puesta en escena de una de romanos con mayor falta de rigor histórico que recuerdo.
Amaneció el lunes soleado y tras pasear a “mus” , enfilamos hacia la ciudad de Santiago de Compostela, capital cultural y política de la actual Galicia.
Volver a Santiago siempre tiene su aquel, que es mas mágico y subjetivo que real, que debe de ser similar a lo que sienten los pelegrinos al llegar al monte del gozo tras cientos de kilómetros de recorridos y divisar las torres de la catedral, donde supuestamente se encuentra el cuerpo del apóstol Santiago de Zebedeo aquel que junto a su hermano Juan recibieron la llamada de Jesucristo, cuando estaba pescando en el lago de Genesaret en Galilea. Y digo lo de supuestamente porque hoy en día hay más que dudas razonables sobre que tal apóstol estuviera en España, que su cuerpo hubiera sido traído a Iria Flavia por sus discípulos, donde lo encontrara el obispo gallego Teodomiro, cuya tumba si esta en el interior de la catedral, que dijo haber visto unas luces merodeando sobre una tumba donde se encontraba un cuerpo degollado con la cabeza bajo el brazo.
Como demostrado esta que la batalla de Clavijo no ocurrió realmente, tenemos en Santiago dos muestras de como la humanidad comete errores que no está dispuesta a corregir, que están simbolizadas en dos obras de arquitectura faraónica como lo son la catedral y el llamado “el mausoleo” ,la ciudad de la cultura de Galicia en el monte de Gaiás, que ocupa una superficie de 141.800 metros cuadrados.
En el monte Gaias se ha forrado la superficie del monte en un complejo subterráneo que se dedica a un conjunto de seis edificios con las siguientes denominaciones: Biblioteca, Hemeroteca, Teatro de la Música, Museo de la Historia de Galicia, edificio de Servicios Centrales y edificio de las Nuevas Tecnologías. Lo visite y me pareció algo muy frio que no atrae y solo llamo mi atención la pelota de libros a las puertas de la biblioteca de Galicia, de donde intente sin éxito extraer alguno.
La catedral estaba fea con las obras que la tapaban de andamios. Uno de ellos sobre el pórtico de la gloria, la obra maestro del maestro Mateo, que dice la tradición puso su propio busto en la parte de atrás de la columna central del pórtico y en mis tiempos de estudiante era costumbre darte un coscorrón contra la misma para pedir algo de sabiduría al que recibía el nombre de santo de “os croques”. Cumplí con el tradicional gesto de darle al apóstol el abrazo, a pesar de estar convencido, como decía mi profesor de historia del Arte del Colegio Alba, Don Carlos, de que es más probable que en la cripta de la catedral compostelana estén los restos de un caballo que los del bueno del hijo de Zebedeo el pescador de galilea. Eso si bajo la mirada aburrida de un guardia de seguridad y rodeado de hasta cuatro carteles que prohibían hacer fotos en dicho lugar, supongo que para forzar la compra de la postal de turno que algún beneficio dará al obispo del lugar. Por lo tanto sali sin hacer fotos del interior de la catedral.
Así que antes de volver al aeropuerto de lava colla, lugar donde los pelegrinos se aseaban antes de entrar en Santiago, lavándose a colla, esto es el cuello, decidí perderme por las calles aledañas a la catedral, por lo tanto salí por la puerta de la quintana donde un “camello” vendía a un “yoquin” y me fui por la calle de Franco hacia la alameda entrando en algunos de los bares que por allí se encuentran dando cuenta de raciones de oreja, pulpo, carne y pescado frito, regados con buen ribeiro.
El avión de la Cía. Alemana me trajo de vuelta a Palma, el trabajo acumulado me esperaba.