Me gustaría no tener que decir lo que voy a decir, pero después de la noticia del robo del llamado Códice Calixtino, en mi Galicia natal, se hace necesario aclarar que el mismo, si no fuera por el número de hojas y su tamaño, tenía la última vez que fue visto un total de 225 folios de pergamino escritos en las dos caras, con un tamaño de 295 x 214 mm. , era el primer folleto divulgativo conocido de lo que es una gran mentira: cuál es que en Santiago de Compostela están, bajo el altar mayor de su catedral, los restos del apóstol Santiago, patrón de España y antes el matamoros por excelencia.
Me gustaría aclarar así mismo que soy un ferviente y practicante gallego. Y por ello tengo, creo que son dos o tres, jubileos compostelanos ganado como dios manda, que se dice. Pero no por ello tengo fe sobre lo que fue un invento de un obispo, como no, – con la iglesia hemos topado amigo Sancho- que dice don Quijote en la novela de Cervantes. Pues como decía uno de mis profesores de historia, Don Carlos Priegue, hay más posibilidades que en la tumba que guarda supuestamente el cuerpo del apóstol Santiago hubiera los resto de un caballo que los restos del susodicho compañero de fatigas de Jesucristo y luego predicador de su fe.
Mentira tras mentira se ha ido construyendo lo que es una verdad para mucha gente, algo que es muy normal a poco que escarbes en las historias que se presentan como “tradiciones” de la mayoría de los lugares de la geografía terrestre donde los seres humanos han sentado sus poblaciones. Y la jacobea es una de ellas. Así que partiendo de que ni Santiago apóstol estuvo en Galicia o en España, ni su cuerpo fue traído por sus discípulos desde su lugar de muerte, que fue en Jerusalén, para ser enterrado en Iría Flavia, ni la vía láctea apunta hacia Compostela, ni hubo la batalla de Clavijo donde sobre un caballo blanco se dedicó a matar moros. Solo es cierto que había y hay una tendencia universal a visitar el lugar donde hasta hace 518 años se consideraba que era donde finalizaba el mundo (hoy lo podemos ver por web cámara ) , el llamado cabo del fin del mundo o “finisterra” .
Mucho me temo que lo que ha venido pasando es que durante muchos siglos, como ocurre ahora con otras cosas, al público en general se le cuentan historias y lo que es peor las gentes se las creen. Eso sí por el códice Calixtino, si no está descolocado en alguna otra estantería como me cuentan se rumorea en Compostela, algún caprichoso ha pagado una pasta para tenerlo para su uso en exclusiva, que ya son ganas o manías.
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