Archivos Mensuales: julio 2013

La inocencia del maquinista.-

Un hecho tan terrible como el descarrilamiento de un tren, con tantas víctimas, muertos y heridos, a nadie deja indiferente y a todos interesa.

Tras el primer momento de necesario auxilio, con tantas vidas trucadas, se hace necesario buscar las causas de tal suceso. Más que nada para evitar que vuelva a ocurrir.

Sabido es que lo fácil, lo casi normal, es decir que la culpa la tiene el factor humano inmediato, el imprevisible factor humano.

Y en este caso no ha sido una excepción y todos, salvo contadas personas, han proclamado a los vientos de los medios de comunicación, que la culpa de lo ocurrido es del maquinista del tren, que para su desgracia además ha salido vivo de la tragedia.

He visto en los informadores profesionales un cierto eco a los espurios intereses de las empresas afectadas, que se juegan suculentos contratos si fueran encontradas causas técnicas y no humanas en tal desgraciado percance.

E incluso he oído decir que el hecho, normal por otro lado, de que el maquinista no quiera declarar es prueba de su culpabilidad.  A tamaños ignorantes les diré que precisamente tal aptitud de silencio es la mejor de las defensas, recordándoles que por ejemplo la famosa Paca, no declaro en ninguna fase del proceso penal en su contra, al final salió absuelta.

Es mas incluso si el maquinista hubiera actuado imprudentemente y como aseveran algunos fue el causante de velocidad que provoca, según algunos, el accidente, existiría una culpabilidad técnica reprochable a la empresa transportista por dar a los maquinistas un margen excesivo de facultades en la conducción de cientos de pasajeros.

Nuestra constitución, alineada con las doctrinas humanistas, en su artículo 24.2 incardina el derecho a la presunción de inocencia, y esto supone que mientras no se demuestre lo contrario el maquinista es inocente.

Y mientras tanto hay muchas cosas que explicar, desde un punto de vista técnico, como por ejemplo porque en esta imagen, tomada del conocido video sobre el accidente, al momento de comenzar a tomar la curva, el vagón que viene después de la maquina ya venía en aire, no pisaba la vía, lo que contradice la teoría que el accidente se produce por la velocidad y la curva.

 santiago

 

Breton, el asesino inocente.

Entra en su tercera semana, creo que definitiva, el juicio penal que en Córdoba se sigue a José Bretón, un ex militar profesional español, al que se acusa de asesinar a sus dos hijos pequeños.

José niega los hechos, a pesar de las pruebas, y no da una explicación coherente de dónde están los niños cuya custodia compartía con su ex esposa Ruth, una joven veterinaria con la que se había casado en el año 2002.

El asesinato de un hijo por su padre o madre no es una figura extraña en la cultura Judeo Cristiana desde Abrahán, en la que, de vez en cuando, algún padre mataba a su hijo. Si bien, usualmente, aquel se solía suicidar a continuación, pero no deja de ser igualmente usual que el progenitor asesino sobreviva y niegue que tal cosa sucedió. El caso de Mónica Juanatey , la gallega que mató a su hijo en Menorca, ahogándolo en la bañera, sería un ejemplo más de ésto último.

¿Qué lleva a un padre o madre a tan execrable conducta?

Pienso, dejando a un lado los crímenes por compasión, como el que hace unos años cometió un padre gitano matando a su hijo drogadicto y enfermo de SIDA, y estoy convencido de ello, que en casos como el de Bretón o el de Mónica sólo se comprenden por una enajenación mental del autor.

Hemos visto y oído a Bretón decir hasta la saciedad que no mató a sus hijos y, lo cierto es que, yo creo que es sincero, no porque no los hubiera matado, que a todas luces así fue, sino porque él no es consciente de que tal cosa hubiera ocurrido.

El término consciencia, de origen latino, significa “conocimiento compartido”  y José Bretón no comparte con el resto del mundo la realidad de lo ocurrido, simplemente porque en su particular e individual mente no tiene presente que tal hecho hubiera sucedido. Esta misma falta de consciencia es, la que en el caso de Mónica, son los diez minutos que dejó de recordar desde que su hijo entró en la bañera hasta que lo tiene en sus brazos ya muerto.

¿Mereces por ello José Breton una condena penal, que en el caso de Mónica ha sido de 20 años de prisión?

Personalmente creo que no, porque él seguirá considerándose víctima y no verdugo de sus hijos.  Su castigo debería de ser otro, como ser internado en algún centro psiquiátrico con la única misión de que lograran hacerle comprender que es el asesino de sus propios hijos a los que quería tanto, porque, seguramente, cuando tomara conciencia de tal horrendo crimen, pediría a gritos que lo volvieran otra vez loco.

 breton