En lo que va de gobierno Mariano ha demostrado que carece de un plan equilibrado para resolver la situación económica heredada. Uno puede pensar que es lo suficiente ingenuo como para no darse cuentan que los socialistas lo estaban engañando en esa transición larguísima de cambio de poder que efectuaron. Pero de ahí a llevar varios meses dando tumbos en la búsqueda del equilibrio presupuestario para acabar ahora  recibiendo el último informe del fondo monetario internacional (FMI) que dice que no espera que cumpla el gobierno español los objetivos propuestos y que a pesar de las reformas ya en marcha  esto no va a mejorar en años.

Se pretendió parar el desempleo galopante con una Reforma Laboral que no solo está generando más desempleo, al facilitar el despido barato, sino que además está llevando de un modo innecesario el descontento a la calle, con el deterioro de imagen electoral que eso produce en el partido político que lo sostiene en el poder.

Se pretendió activar la economía entregando ingentes cantidades de dinero a los bancos, por medio de préstamos a bajo interés, para luego tener que recortar servicios sociales básicos como la sanidad o la enseñanza. Recortes que ahora el FMI dice que son insuficiente justo cuando la quiebra de Bankia demuestra que la reforma bancaria emprendida por el Gobierno de Mariano es un fracaso.

Cuando en una actividad, cualquier actividad, se inicia una andadura se debe de tener trazado un plan estratégico que nos lleve a los objetivos establecidos previamente, si no se hace asi el resultado es “ir a la deriva” , que consiste en navegar sin rumbo fijo a la aventura, lo cual puede resultar placentero en algunas ocasiones si se está de vacaciones y se tiene tiempo y medios holgados.

Tengo la impresión, no de ahora sino desde hace tiempo,  que Mariano no es el mejor conductor o navegante  para los tiempos que corren en que lo que nos hace falta es un “Solon” reformador y no un registrador de la propiedad que cumpla fielmente con el reglamento hipotecario.

Y el desconcierto a que estamos asistiendo en que primero se dice una cosa y tres días después lo contrario, léase: No habrá subida de impuestos para subirlos, no habrá dinero público para la banca para luego nacionalizarla. Ese desconcierto es el que me  hace preguntarme: ¿vamos a la deriva?